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AUNQUE ERA EL CUARTO mejor en su clase en la escuela secundaria, a Juan Martínez nunca lo impulsaron a tomar clases avanzadas o a pensar en ir a la universidad. Se había dado por hecho que trabajaría en el campo, como muchos otros latinos en California en la década de 1970.
Sin embargo, Martínez, quien es rector del Seminario Teológico Fuller en Pasadena, California, tenía otro llamado. Continuó sus estudios y fue pastor de la Iglesia Hermanos Menonitas. Actualmente tiene dos maestrías y un doctorado, si bien Martínez reconoce que su padre, quien también fuera pastor, fue el que le enseñó cómo ser ministro en la comunidad latina.
Desde niño Martínez observó como su padre ayudaba a familias separadas por redadas migratorias, apoyaba a trabajadores que sufrían explotación y marchaba al lado de otros líderes de Kettleman City, California, para protestar por un terreno lleno de desechos tóxicos, abierto sin informar a los trabajadores inmigrantes que vivía en la localidad. Sin embargo, el padre de Martínez nunca pensó que trabajara buscando “justicia social”, un término que él asociaba con iglesias que minimizaban la moral y salvación personal. Para su padre, según Martínez, el enfrentarse a las injusticias que afectaban a su congregación era simplemente “parte de la vida diaria de la iglesia”.
Al igual que su padre, el ministerio de Martínez como pastor latino lo hace lidiar con las realidades de su congregación, incluyendo la difícil situación de los migrantes. Sin embargo, a diferencia de su padre, a Martínez no le molesta la etiqueta de “justicia social” porque cree que la iglesia existe para la transformación de la comunidad y la conversión personal.
“No puedes ser un pastor latino y no trabajar con los indocumentados, ni tratar el tema del sistema educativo, ni discutir los salarios en zonas urbanas o rurales”, expresa Martínez. “Es algo presente cada día y tenemos que enfrentar las consecuencias”. Lo que está empezando a cambiar, añade Martínez, es que una nueva generación de líderes latinos y latinas están usando “un vocabulario de justicia social” para llamar la atención a los problemas que están enfrentando sus comunidades.